informe nbf > Eina/Anàlisi i Crítica del
Disseny II/ Grup 2/ curs 2.003-4 febrer-juny
<< Cuando yo
era pequeño me encantaban los circos,
y lo que
más me gustaba de los circos eran los animales.
Me llamaba
especialmente la atención el elefante, que, como más tarde supe,
era también
el animal preferido por otros niños.
Durante la
función, la enorme bestia hacía gala de su peso,
un tamaño y
una fuerza descomunales...
Pero
después de su actuación y hasta poco antes de volver al
escenario,
el elefante siempre
permanecía atado a una pequeña estaca clavada
en el suelo con
una cadena que aprisionaba una de sus patas.
Sin embargo, la
estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera
apenas enterrado
unos centímetros en el suelo.
Y, aunque la
cadena era gruesa y poderosa,
me parecía
obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza,
podría
liberarse con facilidad de la estaca y huir.
El misterio sigue
pareciéndome evidente.
¿Qué
lo sujeta entonces? ¿Por qué no huye?
Cuando
tenía 5 o 6 años, yo todavía confiaba en la
sabiduría de los mayores.
Pregunté
entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante.
Alguno de ellos me
explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.
Hice entonces la
pregunta obvia: “ si está amaestrado, ¿por qué lo
encadenan?“
No recuerdo haber
recibido ninguna respuesta coherente.
Con el tiempo,
olvidé el misterio del elefante y la estaca,
y sólo lo
recordaba cuando me encontraba con otros que también
se habían
hecho esa pregunta alguna vez.
Hace algunos
años, descubrí que, por suerte para mí,
alguien
había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:
desde que era
muy, muy pequeño.“
Cerré los ojos e
imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro de
que, en aquel momento, el elefante empujó, tiró y sudó
tratando de
soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió,
porque aquella
estaca era demasiado dura para él.
Imaginé que
se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a
intentar,
y al otro
día, y al otro...
Hasta que, un
día, un día terrible para su historia,
el animal
aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Ese elefante
enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque,
cree que no puede.
Tiene grabado el
recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer.
Y lo peor es que
jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo.
Jamás,
jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza... >>
Jorge Bucay
Déjame
que te cuente...
¿jamás?
eso es lo que hemos
cuestionado!