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"Cuando
nació Afrodita, los dioses celebraron un banquete,
y entre ellos estaba también el hijo de Metis (la prudencia),
Poro (el recurso).
Una vez terminaron de comer, se presentó a mendigar,
como era natural al celebrarse un festín, Penía (la pobreza)
y quedóse a la puerta.
Poro, entretanto, como estaba embriagado de néctar,
penetró en el huerto de Zeus y en el sopor de la embriaguez
se puso a dormir. Penía, entonces, tramando, movida por
su escasez de recursos, hacerse un hijo de Poro, del recurso,
se acostó a su lado y concibió al Amor.
... , como hijo que es de Poro y de Penía, el Amor quedó
en
la situación siguiente: en primer lugar es siempre pobre y
está muy lejos de ser delicado y bello, como le supone el vulgo;
por el contrario, es rudo y escuálido, anda descalzo y carece de
hogar, duerme siempre en el suelo y sin lecho, acostándose
al sereno de las puertas y en los caminos, pues por tener la
condición de su madre, es siempre compañero inseparable
de la pobreza. Más por otra parte, según la condición
del padre,
acecha a los bellos y a los buenos, es valeroso, intrépido y diligente;
cazador temible, que siempre urde alguna trama: es apasionado
por la sabiduría y fértil en recurso; filosofa a lo largo
de toda su
vida y es un charlatán terrible, un embelesador y un sofista. (...)
Se encuentra en el término medio entre la sabiduría y la
ignorancia.
Pues he aquí lo que sucede: ninguno de los dioses filosofa ni desea
hacerse sabio. Pero a su vez, los ignorantes ni filosofan ni desean
hacerse sabios, pues en esto estriba el mal de la ignorancia:
en no ser ni noble, ni bueno, ni sabio y tener la ilusión de serlo
en grado suficiente. Así, el que no cree estar falto de nada
no siente deseo de lo que no cree necesitar."
Platón; El Banquete.
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