cap. II
/ p. 45-53
El segundo nacimiento
Si habéis
leído los Evangelios, os acordaréis, sin duda, de este
pasaje
del
Evangelio de san Juan:
<< Hubo un hombre entre los fariseos, llamado Nicodemo,
uno de los jefes de los Judíos, que se acercó de noche
a Jesús y le dijo:
- Rabí, sabemos que eres un doctor venido de Dios,
porque nadie puede hacer los milagros que tú haces si Dios no
está con él.
Jesús le respondió: - En verdad, en verdad te digo,
si un hombre no nace de nuevo no puede ver el Reino de Dios.
Nicodemo le dijo: - ¿Cómo puede un hombre nacer cuando
ya es viejo?
¿Acaso puede entrar de nuevo en el seno de su madre y volver
a nacer?
Respondió Jesús: - En verdad, en verdad te digo que si
un hombre
no nace del agua y del espíritu no puede entrar en el Reino de
Dios.
Lo que nace de la carne, carne es; pero lo que nace del Espíritu,
es espíritu.
No te asombres de lo que te he dicho: es preciso que nazcáis
de nuevo.
El viento sopla donde quiere, y oyes su voz,
pero no sabes de dónde viene ni adónde va;
lo mismo sucede con todo hombre* nacido
del Espíritu.>>
"Si un hombre* no nace del agua y del espíritu
no puede entrar en el Reino de Dios".
He aquí una frase que contiene grandes misterios ... .
Sí, el segundo nacimiento es un resultado del trabajo
del agua y del espíritu,
y podemos decir, también, del agua y del fuego,
ya que simbólicamente el espíritu está representado
por el fuego.
Os he dicho a menudo que, según la Ciencia iniciática,
el mundo está compuesto de 4 elementos: tierra, agua, aire y
fuego.
La tierra, el agua y el aire son elementos materiales accesibles a los
cinco sentidos,
mientras que con el fuego entramos ya en el campo etérico, es
decir,
en las capas más sutiles del mundo físico.
El fuego, la luz, son también materia, pero
de una tal sutilidad
que ni siquiera los sabios han logrado estudiarlos todavía.
En el lenguaje de los símbolos, el agua representa la materia
primordial y el fuego
representa el espíritu. Cuando el fuego y el agua trabajan
juntos producen una
fuerza que puede ser utilizada. Con la máquina de vapor
los humanos hicieron
un descubrimiento formidable, esencial, pero sólo lo han aplicado
en el plano físico
para hacer funcionar los aparatos, las máquinas, y esto es aún
poca cosa.
El agua y el fuego son la materia y el espíritu;
son, también, la mujer y el hombre, los dos principios masculino
y femenino
que deben unirse para producir un tercer principio: la energía,
el hijo.
Sólo que hay que saber cómo operar para que no
se destruyan mutuamente.
Para que el agua y el fuego produzcan energía hay que colocar
una pared entre ambos,
como por ejemplo, poner el agua en una cacerola.
Si no, el agua se evapora y el fuego se apaga.
Eso es, por cierto, lo que ocurre en muchas parejas: el hombre y la
mujer,
en su ignorancia, no han sabido poner una pequeña separación
entre ambos,
y, de esta manera, la mujer se ha evaporado y el hombre se ha apagado!
En la Escuela Iniciática se enseña precisamente, cómo
hay que trabajar con el agua
y el fuego. Porque el agua y el fuego son, también, el
corazón y el intelecto.
El corazón es femenino y el intelecto
masculino,
y todo ser está obligado a trabajar con ambos,
si no, ¡ se queda "soltero" !
Sí, en este campo casi toda la humanidad está soltera.
Algunos no tienen más que intelecto y se vuelven completamente
insensibles.
En cuanto a los demás, que sólo viven en el corazón,
son tan húmedos que
su fuero interno está invadido por las nubes y la bruma ... ¡
no hay claridad !
Se ve en todos los campos que los hombres*
no han comprendido
cómo hay que asociar los dos principios, el fuego y el agua,
es decir,
el lado emisivo y el lado receptivo de su ser.
Y ahora, si buscamos las correspondencias con el mundo divino,
el fuego representa la sabiduría y el agua el amor.
El amor y la sabiduría juntos producen
la verdad.
La verdad es su hijo. La verdad es el Niño Jesús que nace,
es decir, una conciencia nueva,EE
porque Jesús no es sólo un personaje histórico,
sino que representa un símbolo
que refiere a numerosas realidades de la vida espiritual.
Desde luego, históricamente hubo un ser que llevó el nombre
de Jesús,
pero en el terreno místico ya no se le llama con su nombre humano;
se le llama Cristo, es decir, Yo superior.
Cuando se dice que el hombre* hace nacer en él al Niño
Jesús, que se fusiona
con su Yo superior, que recibe el Espíritu Santo, que se une
al Alma Universal,
se utilizan fórmulas diferentes para expresar la misma realidad.
Si se estudia este tema muy de cerca, evidentemente, se distinguen matices,
pero
el Ego divino, el Espíritu Santo, el Alma Universal,
el fuego sagrado, la Madre divina,EE
pueden ser considerados como aspectos de un mismo y único principio.
El Alma Universal es el
océano en el que viven, se mueven y alimentan todas las cosas,
es el receptáculo cósmico de la materia primordial,
de la energía sublime,
el <<akasha>> de los hindúes, el
éter purísimo en el que estamos sumergidos.
Y en esta Alma Universal que está en todas partes, que lo sabe
todo, que lo contiene todo,EE
que lo transmite todo del uno al otro extremo del universo ... ,
en la parte más sutil de este Alma que vive, que es plenitud,
quintaesencia, omnisciencia,EE
habitan el Padre Celestial, la Madre divina, Cristo, el Espíritu
Santo.
Cuando san Pablo decía: <<En él nos movemos
y tenemos nuestro ser>>,
hablaba del Alma Universal. Es una emanación de Dios,
pero no Dios mismo.
Se puede decir que vivimos en Dios, pero, en realidad, para ser totalmente
exactos,
vivimos en una sustancia emanada por El [Dios/Ello].
Al principio Dios emanó una materia, y esta materia original,
que era pura luz,
es el Alma Universal.
Fue antes que el Sol y las estrellas, y con ella Dios lo creó
todo.
Cuando Dios dijo el primer día de la creación: <<¡Hágase
la luz!>>,
la luz que apareció no es la que nosotros vemos aquí en
la Tierra.
La luz que vemos con nuestros ojos físicos es un reflejo que
sólo nos da
una pálida idea de lo que es la verdadera luz.
La verdadera luz que Dios creó el primer día, y mediante
la cual creó a continuación
todo lo demás, era el Alma Universal. Ella es la que
alimenta el cosmos,
la que lo contiene todo, y todos los seres se mueven en ella como peces
en el océano.
Esta luz está compuesta de diferentes capas más o menos
sutiles,
comparables a las capas de la atmósfera. En realidad, la atmósfera
es también un océano
y nosotros somos peces de otra especie que nadamos y nos alimentamos
en el aire.
Inmediatamente más allá de este océano se extiende
otro océano, de naturaleza etérica,
en el que habitan otras criaturas ... .
Por tanto, el Alma Universal tiene estratos con mayor o menor grado
de densidad,
más o menos sutiles, hasta llegar al más alto, que es
de fuego, en donde moran
el Espíritu Santo y la Madre Divina.
¿Qué hay que entender por <<segundo
nacimiento>>?
Todo el mundo sabe lo que es el primer nacimiento: es el del niño
que nace
en nuestro mundo físico, con brazos, piernas, nariz, boca, pulmones...
.
I respira, come, habla, camina, ... .
El segundo nacimiento también requiere de una concepción,
pero esta concepción tiene lugar en otro mundo,
un mundo en el que el espíritu se une a la materia pura para
concebir un hijo divino.
Y cuando el niño ha nacido en el mundo espiritual, también
puede andar, hablar y
trabajar en dicho mundo. El segundo nacimiento es eso:
poder entrar y vivir en un universo de otra dimensión.
Cuando el alma y el espítiu se unen dan a luz
un germen que se desarrolla como
una conciencia nueva. Esta conciencia nueva se manifiesta
como una luz interior
que expulsa las tinieblas, como un calor tan intenso que aunque el mundo
entero
os abandone nunca os sentís solos, como una vida abundante que
hacéis brotar
por doquiera que os lleven vuestros pies, como una afluencia de energía
que consagráis
a la edificación y a la construcción del Reino de Dios,
como una alegría extraordinaria
de sentirse conectado con todo el universo, con todas las almas evolucionadas,
de formar parte de esta inmensidad ... ,
y la certeza de que nadie puede quitaros esta alegría.
En la India, este estado se llama conciencia búdica;
y los cristianos lo llaman el nacimiento de Cristo.
Sí, el nacimiento del principio divino es un acontecimiento interior
tan excepcional
que nadie puede llamarse a engaño. Sentís la presencia
de otro ser que os ayuda,
os ilumina, os protege, os alegra, como si el Cielo estuviese abierto
ante vosotros.
Aún en las circunstancias más terribles, en los momentos
que estáis más desanimados,
sentís que está con vosotros y que sois ayudados.
Sí, es la sensación de una presencia, de un contacto
que nunca se interrumpe.
Es como si tuvieseis junto a vosotros la llama de una lámpara
que no se extingue jamás.EE
Cuando la necesitais, ella os puede dar toda la luz y el calor que deseáis,
pero, mientras tanto, aunque no os sirvais de ella,
está siempre junto a vosotros, a vuestra disposición.
<<Si no nacéis del agua y del espíritu>> ...
.
Los iniciados, que conocen el lenguaje simbólico,
no toman las palabras <<agua>> y <<espíritu>>
en sentido literal,
sino que les encuentran correspondencias y relaciones en todos los campos.
Las mismas leyes existen en todas las regiones: si nacen niños
en el mundo físico
es señal de que también nacen niños en los demás
mundos.
El segundo nacimiento es el nacimiento
en el mundo divino,
y esta vez es el propio ser humano el que decide nacer y
el que lo hace gracias a sus propios esfuerzos.
Para nacer en el plano físico no os pidieron vuestra opinión;
otros os llamaron y os formaron sin contar demasiado con vosotros.
En realidad, sí; jugasteis un papel activo y todo dependía
de vosotros,
pero hoy, digámoslo así para simplificar las cosas.
Para el segundo nacimiento, en cambio, vosotros
sois los responsables,
los que decidís nacer en el mundo de la luz.
Conscientemente, pacientemente,
inteligentemente, os modeláis otro cuerpo para nacer en el Reino
de Dios.
<<Si un hombre* no nace del agua y del espíritu no puede
entrar en el Reino de Dios>>,
lo cual quiere decir que no puede renacer si no posee los dos principios
en él (sí mismo).
El segundo nacimiento es el nacimiento de Jesús,
pero el nacimiento de Jesús es también vuestro nacimiento.
La madre es el agua, es decir, el amor, la
pureza, la vida;
el padre es el fuego, la luz, el espíritu.
Si no poseéis estos dos principios: el
amor, que es el principio femenino,
y la sabiduría, que es el principio masculino, no podéis
nacer por segunda vez.
Un hijo presupone un padre y una madre; pues bien,
sin el amor y la sabiduría, faltan los padres, y el hijo no nacerá
jamás.
Habéis nacido ya una vez, ciertamente, pero todavía no
habéis nacido del amor
y de la sabiduría. Para nacer por segunda
vez en forma de Niño Jesús,
son precisos un padre y una madre más elevados, más evolucionados
que el padre
y la madre físicos: son precisos el amor
y la sabiduría,
y el niño que nazca será la verdad, la plenitud de vida,
lo que es real y verídico.
*
Omraam
Mikhaël Aïvanhov (1900-1986) nacido en Bulgaria.
En 1971, encuentra a su Maestro espiritual, Peter Deunov (1864-1944),
al lado del cual estudia durante 20 años. En 1937, enviado
por su Maestro,
se estableció en Francia para difundir su Enseñanza
espiritual. Y fue ahí,
desde 1937 hasta 1986, donde impartió la mayoría de
sus conferencias públicas. |
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