Traducción y resumen de Ramón Valls
[Partes de este escrito:
1 Qué es lo que se trata de saber:
Si los hombres reunidos socialmente sobre
la tierra lograrán
en un tiempo futuro mejorar sus
costumbres morales.
2
¿Cómo se puede saber?
R/ Sólo por una
representación quasi a priori de quien hiciera la
predicción
poniendo él[n:
o ella] mismo las determinaciones pertinentes en la
realidad.
3
División del concepto de aquello que se quisiera anticipar del
futuro:
a)
Del estilo terrorista de imaginarse la historia humana, es decir,
que
vamos siempre a peor. R/ En este caso nos destruiríamos.
b)
Del estilo eudemonista, o sea que vamos siempre a mejor.
R/
No parece que se pueda eliminar el mal.
c)
De la hipótesis del abdeterismo del género humano a la
predeterminación
de su historia: no avanzamos ni retrocedemos.
R/ No sería
humano.
4 No
es posible resolver directamente por la experiencia la cuestión
del progreso
]
5 Pero es
necesario que la historia profética del género humano
ancle en
alguna clase de experiencia.
Debe haber alguna experiencia en el
género humano que, como hecho,
nos refiera a una constitución [o
modo de ser] y facultad del mismo
que sería la causa de su progreso
hacia mejor y (puesto que ésta debe
ser obra de un ser dotado de libertad) el
autor también;
pero de una causa dada podemos predecir
un hecho como efecto suyo
si concurren las circunstancias que
coadyuvan a él.
Que estas últimas tienen que
concurrir alguna vez se puede predecir en general,
como ocurre con el cálculo de
probabilidades en juegos de azar, pero
no se puede determinar que ello
acontecerá durante mi vida y que yo tendré
la experiencia que confirmará la
predicción. Hay, por lo tanto, que buscar
un hecho que nos refiera de manera
indeterminada, por respecto al tiempo,
a la existencia de una tal causa y
también al acto de su causalidad en el
género humano, y que nos permita
concluir el progreso hacia mejor como
consecuencia ineludible;
conclusión que podríamos extender luego a la historia
del tiempo pasado (que fue siempre
progresiva) pero de modo que aquel hecho
tuviera que considerarse no como causa de
ese progreso, sino únicamente como
apuntando hacia él como señal
histórica (signum rememorativum,
domonstrativum, prognosticum), y así
pudiera demostrar la tendencia
del género humano en su totalidad, es decir, no
considerado según los individuos
(pues esto nos proporcionaría una
enumeración y cálculo interminables), sino
tal como se encuentra repartido en
pueblos y Estados por toda la tierra.
6 De un hecho de
nuestro tiempo que demuestra
esta
tendencia moral del género humano.
[La aprobación
general que ha merecido la Revolución francesa].
Este hecho no consiste en humanas
acciones u omisiones de importancia
por las cuales lo grande entre los
hombres se hace pequeño o lo pequeño grande,
y en cuya virtud, como por arte de
encantamiento, desaparecen antiguos y
magníficos edificios
políticos y surgen del seno de la tierra otros que ocupan
su lugar. No, nada de esto. Se trata tan
sólo de la manera de pensar de los
espectadores que se delata públicamente en este juego de
grandes
transformaciones y que se deja oír
claramente al tomar ellos partido,
de un modo tan general y tan
desinteresado, por uno de los bandos contra el otro,
arrastrando el peligro del grave
perjuicio que tal partidismo les pudiera acarrear;
lo cual (en virtud de su generalidad)
demuestra un carácter del género humano
en conjunto y, además, (en virtud
de su desinterés) un carácter moral,
por lo menos en la índole, cosa
que no sólo nos permite tener esperanzas
en el progreso, sino que lo constituye
ya, puesto que su fuerza alcanza por ahora.
Esta revolución de un pueblo lleno
de espíritu, que estamos presenciando en
nuestros días, puede triunfar o
fracasar, puede acumular tal cantidad de miseria
y de crueldad que un hombre honrado, si
tuviera la posibilidad de llevarla a cabo
una segunda vez con éxito,
jamás se decidiría a repetir un experimento tan
costoso, y, sin embargo, esta
revolución, digo yo, encuentra en el ánimo de todos
los espectadores (que no están
complicados en el juego) una participación de su
deseo, rayana en el entusiasmo, cuya manifestación, que lleva
aparejado un riesgo,
no puede reconocer otra causa que una
disposición moral del género humano.
Esta causa, que afluye moralmente, ofrece
un doble aspecto,
primero, el del derecho, que
ningún pueblo debe ser impedido
para que se dé a sí mismo
la constitución que bien le parezca;
segundo, el del fin (que es, al
mismo tiempo, deber), ya que
sólo aquella constitución
de un pueblo será en si misma justa
y moralmente buena que, por su
índole, tienda a evitar, según principios,
la guerra agresiva –
constitución que no puede
ser otra, por lo menos en idea,
que la republicana – , y a entrar
en aquella condición que acabará con las guerras
(fuente de todos los males y de toda
corrupción de las costumbres) y,
de este modo, se podrá asegurar
negativamente al género humano,
a pesar de su fragilidad, el progreso
hacia mejor, de suerte que, por lo menos,
no sea perturbado en él.
Esto y la participación afectiva en el bien, el entusiasmo,
aunque como todo afecto en cuanto tal,
merece reproche y, por lo tanto,
no puede ser aprobado por completo,
ofrece, sin embargo, por mediación
de esta historia, ocasión para la
siguiente observación, importante para la
antropología: que el verdadero
entusiasmo hace siempre referencia a lo ideal,
a lo moral puro, esto es, al concepto del
derecho, y no puede ser henchido por
el egoísmo. Los enemigos de los
revolucionarios no podían con recompensas
de dinero alcanzar el celo tenso y la
grandeza de ánimo que el mero concepto
del derecho insuflaba en aquellos, y el
mismo concepto de honor de la vieja
aristocracia militar (un análogo
del entusiasmo) cedía ante las armas de aquellos
que se habían entusiasmado por el derecho del pueblo al
que pertenecían.
¡Y con qué exaltación
simpatizó entonces el público espectador desde fuera,
sin la menor intención de tomar parte!
[sigue:
7 Historia
profética de la humanidad.
8 De la dificultad que
surge, en razón de su publicidad,
en las
máximas que apuntan al progreso mundial.
9 ¿Qué rendimiento le va a aportar al género
humano el progreso hacia
mejor?
10 ¿En qué orden, únicamente se puede esperar el
progreso hacia mejor?
No
tanto en y por la educación, sino por el escarmiento
que
producen en nosotros los males de la guerra.]
Un médico no hacía sino consolar a su
enfermo todos los días con el anuncio
de la próxima curación, hoy
diciéndole que el pulso iba mejor, mañana que lo
que había mejorado era la excreción,
pasado que el sudor era más fresco, etc.,
etc. El enfermo recibe la visita de una amigo:
- ¿Cómo va esa enfermedad?,
le pregunta nada más entrar.
- ¿Cómo ha de ir! ¡Me
estoy muriendo de mejoría!
A nadie le voy a tomar a mal que, en
vista del mal cariz que ofrece la cosa pública,
empiece a desesperar de la salud del género humano y de su
presunto progreso o
mejoría, pero yo confío en
el remedio heroico presentado por Hume y que promete
una rápida curación:
“Cuando veo ahora (nos dice), las naciones en guerra,
se me figura ver dos borrachos que se
pegan de golpes en una cacharrería.
Que, además de tener que atender a
la curación de sus chichones durante largo
tiempo, habrán de pagar todos los
estropicios que hicieron en la tienda.
Sero capiunt Phryges [
= Tarde aprenden los troyanos].
Los dolores que seguirán a la
presente guerra pueden forzar al profeta político
la confesión de la próxima
orientación del género humano hacia mejor, que ya
se halla en perspectiva.
[1] El escrito en cuestión fue remitido a
Biester el 23 de octubre de 1797 con el objeto de
que fuera publicado en el Berliner Blätter, pero una vez
más la censura berlinesa le denegó
el imprimatur y Kant hubo de buscarlo en Halle. Por din,
sería editado al año siguiente,
consituyendo la segunda parte de El conflicto de las facultades. Según
se desprende de
una carta dirigida a Tieftrunk, kant habría tenido el texto
prácticamente ultimado desde
dos años atrás (cfr. Ak., XII, 208). Nosotros hemos
consignado intencionadamente la
fecha de 1797 como la de su primera publicación, al tener
constancia de que ya entonces
estuvo preparado para su publicación como escrito
independiente – y no como una sección
de la obra publicada en 1798. Quien quiera recabar
información adicional sobre las
vicisitudes de dicha obra, puede consultar con provecho la nota
introductoria de K.
Vorländer a la edición de la Academiaa (cfr. Ak., VII,
337 ss.). [Nota del traductor según
traducción y edición realizada de dicho texto por
Editorial Tecnos. Ver “Replanteamiento de
la cuestión sobre si el género humano se halla en
continuo progreso hacia lo mejor“ p. 79
en Immanuel Kant; Ideas para una historia universal en clave
cosmopolita y otros
escritos de Filosofía de la Historia, col.
Clásicos del Pensamiento, ed. Tecnos, Madrid
1987]