John Stuart Mill (1806-1873)
Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas en economía política
Alianza
editorial, col. humanidades, Madrid, 1997.
Selección
de fragmentos y comentarios de nbf > Informes
de 1 pasajero; preguntas:
¿qué es 'economía'? agosto 2000
John Stuart Mill era seguidor de Adam Smith y discípulo de David
Ricardo.
En los cinco ensayos escritos en 1820 y 1830, Mill
expone argumentos contra las insuficiencias
de los ideales utilitaristas dominantes en aquella época, así
como presenta algunos rasgos
del socialismo denominado por Marx “utópico”.
El primer ensayo plantea el problema de los términos
del intercambio y la elasticidad de
la demanda, presentando la teoría de la demanda recíproca
en el comercio internacional,
según la cual <<la relación real de intercambio
- el reparto de los beneficios del comercio
exterior - depende de la demanda de cada país de los productos
del otro>>.
Según Lionel Robbins, éste ensayo es la primera presentación
sistemática de la teoría
clásica del comercio internacional, con todas sus implicaciones
relevantes.
Para Mill, la doctrina librecambista, es una de “las conclusiones
más valiosas de la filosofía
política moderna”. Mill rechaza los aranceles proteccionistas,
aceptando sólo los fiscales o
recaudatorios, y no sobre bienes salario.
"Lo
que es seguro, empero,
es que todo lo que ganemos lo perderá algún otro,
y además estarán los gastos de la recaudación.
...,
si la moralidad internacional fuese correctamente comprendida
y obedecida, esos impuestos no existirían,
porque son contrarios a la riqueza universal." pág.
49
"...
el interés común de todas las naciones es que
cada una de ellas se abstenga de toda medida que disminuya
la riqueza agregada del mundo comercial, ... ." pág.
55
[estamos
ante un cambio político y social que pasa o se da a través
de la industria y el comercio]
En
el segundo ensayo, discute uno de los principios básicos
de la economía clásica:
la ley de Say (la oferta crea su propia demanda y es imposible la sobreproducción
general).
El punto de vista de Mill gira en torno a las consecuencias que comporta
el dinero para el
ajuste de los mercados.
"Según
la opinión predominante, el fin principal de la legislación
en materia de riqueza nacional era la creación de consumidores.
(...) Se consideraba que dicha aspiración, bajo las diversas
denominaciones de una amplia demanda, una circulación viva,
un fuerte desembolso de dinero y a veces <totidem verbis>
un gran consumo, era la condición fundamental de la prosperidad.
(...) Hoy ya no se piensa en la utilidad de un abultado gasto público
para estimular la actividad.
(...) ... la superficialidad de las argumentaciones políticas
de los
dos últimos siglos... si prueba alguna cosa,
prueba que cuanto más quite usted de los bolsillos del pueblo
para gastarlo usted en sus placeres, más se enriquece él;
que el hombre que roba un dinero en una tienda
y lo gasta todo otra vez en la misma tienda,
es un benefactor del comerciante a quien asalta,
y que la misma operación,
repetida un número suficiente de veces,
hará que el comerciante amase una fortuna.
En contra
de estos palpables absurdos,
los economistas políticos demostraron triunfalmente
que el consumo nunca precisa estímulos.
Todo lo que se produce se consume,
sea con propósitos de reproducción o de disfrute.
(...) El consumo, por tanto, tiene lugar hasta el nivel máximo
permitido por el volumen de la producción.
(...) El efecto habitual de las medidas del gobierno para
incentivar el consumo es simplemente obstruir el ahorro,
es decir, promover el consumo improductivo
a expensas del reproductivo y disminuir la riqueza nacional
por los mismos medios con los que se pretendía incrementarla.
Lo que un país necesita para enriquecerse nunca es consumo,
sino producción. (...)
Producir implica que el productor desea consumir,
si no ¿para qué iba a dedicarse a un trabajo inútil?
...,
su motivación para producir y vender es el deseo de comprar.
Por consiguiente,
si los productores en general producen y venden cada vez más,
ciertamente comprarán también cada vez más.
(...) Por tanto, nunca habrá una producción general
de mercancías
mayor que la que puedan absorber los consumidores, ...” págs.
71-73
"...
el intercambio por medio de dinero es en última instancia
nada más que trueque. Pero hay una diferencia:
en el caso del trueque la venta y la compra se funden
simultáneamente en una sola operación; ... . Pero el
efecto del
empleo del dinero, ..., estriba en que permite que dicho acto único
del intercambio sea divido en dos operaciones o actos separados,
uno de los cuales puede realizarse ahora mismo
y el otro dentro de un año, o cuando resulte más conveniente.
... el que vende ...,
no necesita comprar en el mismo instante en que vende,
y por ello no añade inevitablemente a la demanda inmediata
de una mercancía lo que añade a la oferta de la otra.
... la venta y la compra están ahora separadas, ... .
(...) Para hacer que el argumento de la imposibilidad de
un exceso de todos los bienes sea aplicable a la situación
en que existe un medio circundante
hay que considerar como mercancía al propio dinero.
Indudablemente, se admitirá que no puede haber al mismo
tiempo un exceso de todos los bienes y un exceso de dinero."
pág.
94-95
"...
nunca existe más capital que el que puede ser empleado, ...
.
(...) ... capital es todo lo que está destinado a ser invertido
reproductivamente, sea en su forma actual o de manera indirecta
mediante un intercambio previo (o incluso posterior)." pág.
77-79
"No
es deseable que todo el capital de un país
esté plenamente empleado.
Como los cálculos de los productores y los comerciantes
son necesariamente imperfectos,
siempre hay mercancías más o menos en exceso,
y siempre hay escasez de otras.
Por ello, si se supiera toda la verdad,
entonces siempre habría algunas clases de empresarios
que reducirían sus operaciones en vez de ampliarlas.
Si todos procuran ampliarlas,
eso es una prueba infalible de que reina alguna ilusión general.
La causa más común de ese espejismo es una generalizada
o muy extendida subida de los precios (derivada de la
especulación o de origen monetaria) que persuade a
todos
los empresarios de que se están enriqueciendo.
Y así durante el proceso de depreciación
se incrementa efectivamente la producción,
mientras que nadie sospeche que
existe una depreciación.
Eso es lo que confiere a las falacias de la escuela del papel
moneda, ..., la magra verosimilitud que ostentan." pág.
91-92
Aquí
Mill expone indirectamente su ética económica,
una ética en la que los empresarios "saben" o "deberían
saber",
cómo autorregular la oferta, la producción,
sin necesidad de estimulación al consumo.
De alguna manera Mill, presupone un ética compartida, unos
valores
comunes, un sentido común, entre los que producen
y los que consumen.
La falta de dicho <<sentido común>>, es lo que
conduce al "espejismo"
de que sólo a través de la producción es posible
el aumento de la riqueza,
y a la depredación (o entropía, especulación)
del valor de las cosas
y de su consumo.
"Mientras
hay algunas personas desposeídas,
no digamos de bienes de subsistencia
sino incluso de los lujos más refinados,
y que están dispuestas a trabajar
para conseguirlos,
habrá empleo para el capital . . . ." págs.
87-98
Mill
hace recaer todo el peso sobre las “personas desposeídas",
cada uno
de los individuos que conforman "la masa obrera" de nuestra
sociedad;
… es decir, hoy en día, "todos" "nosotros".
Es el "sentido común de cada persona" lo que mueve
al dinero de una
determinada forma, en función de las necesidades como individuos,
sus deseos como persona, y de la sobre-estimulación que ejerce
el entorno
sobre cada uno de nosotros. Estoy de acuerdo con Mill,
en que el consumo no necesitaría "estímulos"
si las "personas"
actuásemos con cierta conciencia y responsabilidad,
no sólo ante nuestros intereses individuales,
sino también ante los problemas referidos a colectividad y
al "bioentorno".
[Sentido común es lo que hoy más nos
falta; como las ballenas,
parece como si el "colectivo humano" hubiera perdido su
brújula interna.]
El
cuarto ensayo vuelve sobre el modelo ricardiano e intenta
poner orden en su complicado
esquema de distribución de la renta, y probar el extraño
teorema fundamental sobre
la oposición entre salarios y beneficios.
Desarrolla una intuición de A. Smith sobre los beneficios:la
idea del coste de producción de
los salarios. Su noción es que los beneficios pueden ser incrementados:
_ o bien rebajando los salarios
_ o bien reduciendo su coste de producción o valor de la fuerza
de trabajo
_ o el valor de los bienes que consumen los trabajadores.
Esta idea es muy parecida a la discusión sobre el plusvalor absoluto
y relativo que Marx expone
en el primer libro de El capital.
"En
términos estrictos,
el capital no tiene ningún poder productivo.
El único que lo tiene es el trabajo,
aunque sin duda con la colaboración de las herramientas y
ejercicio sobre materiales. (...) … la única capacidad
productiva
que puede existir es la capacidad productiva del trabajo,
los implementos y los materiales." pág.
115
Mill
defiende un concepto de economía ligado a una ética
de fines,
que va más allá de lo estrictamente material.
La economía como medio de alcanzar un equilibrio social,
. . . hoy adjuntaríamos "y bio-lógico”.
Mill es la apelación del reconocimiento del poder de la moral
y la ética,
frente al poder de lo estrictamente lógico y cuantitativo.
Por otro lado, Mill relaciona y contempla la producción de
la riqueza,
el capital y los objetos de consumo, con la materia,
uniendo de una sola vez: física y economía -- la gravedad
y el consumo.
El hombre visto sólo como materia se expresa sólo a
través del consumo.
"Las
tres leyes del movimiento y la ley de la gravedad
son comunes a toda la materia,
hasta donde ha llegado la observación humana;
ellas deberían formar parte de la economía política,
puesto que integran la leyes de producción de la riqueza.”
pág.
153
Además,
considera el “bioentorno”, expresado por Mill con:
<<Todo lo que pueda suceder en la acción conjunta del
hombre
y las cosas externas.>>, como una simbiosis o “operación
conjunta”,
de lo que actúa según leyes físicas o leyes de
la materia, y de lo que actúa
según leyes psicológicas, y que él mismo llama:“leyes
de la mente”.
Finalmente Mill establece una ley de la mente humana: el deseo.
Relacionando de una sola vez: GRAVEDAD - CONSUMO - DESEO.
(De ahí podemos derivar la “necesidad
del consumo” y la “necesidad del deseo”
para ser
materia, materia humana.)
"Todo
lo que pueda suceder en la acción conjunta del hombre
y las cosas externas deriva de la operación conjunta de una
ley
o leyes de la materia y de una ley o leyes de la mente humana.
(...) La ley de la mente es que el hombre desea poseer
bienes de subsistencia y por eso desea los medios necesarios
para procurárselos." pág.
154
(…)
El
deseo sobre-estimulado de la "materia", acaba habitualmente
estallando en una crisis. Si consideramos de nuevo la situación
temporal-histórica de dicho texto: continente europeo - 1844;
no es de extrañar que, el ritmo y el ímpetu con el que
se trabajaba
para alcanzar los ideales del "progreso", estallase más
tarde en revolución
obrera. Mill es una crítica al nihilismo implícito en
Marx, y en Comte.
Justo lo que ambos niegan, aunque de manera distinta,
es lo que Mill justifica y reivindica como <leyes de la naturaleza
humana>.
Su definición de “economía política”,
pone en juego tanto a la moral (sujeto)
como al dinero (objeto); pone frente a frente al deseo, la producción
y el consumo.
"...
definición correcta y completa de la economía política:
<la ciencia que estudia la producción y distribución
de la riqueza
en la medida en que dependen de las leyes de la naturaleza
humana> o <la ciencia de las leyes morales o psicológicas
de la producción y distribución de la riqueza>."
pág.
157
No
sólo los fines dependen de los medios.
Los medios (producción y consumo) también dependen de
los fines.
. . . ¿Qué deseas?
La cultura no la (re)producen sólo las máquinas,
también la construimos cada una de las personas.
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